Pensamientos obsesivos

 

Pensamientos obsesivos. Cuando acude un paciente a la consulta y cuenta que tiene pensamientos obsesivos, inmediatamente la pregunta es ¿estoy muy mal?, ¿me estoy volviendo loco?

Volverse loco es uno de los temores que pone en alerta de inmediato. Tener pensamientos intrusos desagradables es normal y ocurre en el 80% y 99% de las personas (según varios estudios entre ellos Freeston y col. 1991; Niler y Beck, 1989; Parkinson & Rachman, 1981; Purdon y Clark, 1993,1994a,b; Rachman y De Silva, 1978, entre otros).

Cuando estos pensamientos comienzan a repetirse y se producen con mayor intensidad es cuando se convierten en obsesiones clínicas que repercuten en el día a día haciendo de estos pensamientos el centro de atención principal.

¿Qué convierte estos pensamientos intrusos en obsesiones clínicas?

Actualmente las investigaciones apuntan a que la causa principal son las interpretaciones y creencias de cada persona. La interpretación que hacemos de aquello que nos ocurre, unido a los valores y creencias desarrollados a lo largo de la vida, es clave para tornar esos pensamientos intrusos normales en obsesiones clínicas. Esto unido a la necesitad de control se convierte en un potenciador de pensamientos obsesivo.

¿Qué tiene que ver el control con los pensamientos obsesivos?

Mucho, la necesidad de tener las cosas controladas, hace que cuando aparecen esos pensamientos la persona haga un esfuerzo para evitar o parar esos pensamientos, y curiosamente, el acto de parar esos pensamientos se convierte en un motor potenciador de los mismos, haciendo que éstos sean más frecuentes y más intensos.

Esto significa, que cuanto más queremos luchar contra un pensamiento intruso desagradable, más valor e importancia le estamos dando, y como consecuencia de ello, más veces se repetirá ese pensamiento y con menor capacidad para controlarlo.

¿Entonces qué se debe hacer con esos pensamientos?

Por norma general, se tiende a utilizar todo tipo de estrategias para evitar esos pensamientos, como relajación, distracción con otras tareas, cerrar los ojos y repetir frases de alejamiento, y un etcétera de modalidades que desarrolla cada individuo.

En realidad, los pensamientos obsesivos, se alejan en el momento que dejamos que entren en nuestro ser, es decir, si en vez de intentar luchar contra esos pensamientos  les tratamos como tal, como pensamientos, y los escuchamos de frente, ellos mismos perderán fuerza y se irán diluyendo. Si los dejas entrar, ¿qué es lo peor que puede pasar?

¿Sólo haciendo eso dejaría de tener pensamientos obsesivos?

Esa es una de las estrategias más efectivas y con mayores resultados que se ha obtenido. Y por supuesto, es necesario trabajar otras ámbitos que empujan al desarrollo de esta obsesión, como pueda ser la necesidad de control, la autoexigencia, necesidad de ser perfecto, … para que el resultado sea completo.

Es absurdo pensar que unos pensamientos te volverán loco. Es importante trabajar sobre los miedos que se esconden detrás. Cuando los pensamientos obsesivos se vuelven incontrolables, es importante consultar con un profesional ya que es imprescindible saber adecuar el tratamiento a cada persona.

 

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