Cómo entender a los adolescentes

 

Cómo entender a los adolescentes a veces parece todo un misterio. En el artículo que publicamos sobre las 10 claves para enfrentarse a la depresión escribimos sobre los datos de mayo de 2014, dónde la OMS (Organización Mundial de la Salud), informa  que la depresión es la tercera causa de enfermedad y discapacidad entre los adolescentes. Este dato es alarmante y poco recomendable. ¿Pero qué estamos haciendo mal?

La presión de mantener unos resultados académicos, unido a las dificultades a las que se enfrenta durante esa edad como la falta de tolerancia a la frustración, la necesidad de dar una imagen o comportamientos a los que se siente empujados para pertenecer al grupo, son algunos de los motivos que les empujan a situaciones donde la autoestima queda dañada dando lugar a la depresión.

La revista Pediatrics ha publicado un artículo  de un estudio realizado en una muestra de 212 adolescentes de 12 a 18 años con depresión mayor, dónde se ha observado que la terapia cognitiva conductual supone un importante beneficio clínico  que puede reducir el riesgo de recaídas futuras.

Pero ¿cómo hemos llegado a que la depresión suponga la tercera causa de enfermedad y discapacidad entre los adolescentes?

¿Cómo entender a los adolescentes?. ¿Por qué nuestro jóvenes han llegado a este punto? ¿Por qué no se les enseña desde la inteligencia emocional para que su autoestima les sirva de trampolín para conseguir sus objetivos, y no de barrera para caer al primer intento?

Quizás ¿siempre ha existido ese dato pero no se hacían estudios sobre ello?, o quizás ha aumentado el nivel de tristeza en nuestros adolescentes realmente.

Partes de expulsión y de mala conducta se firman constantemente. Hay clases de adolescentes dónde son la norma diaria y otras clases no. El 80% de los alumnos suspensos nos tiene que hacer que salte la alarma de que algo está fallando. Todos los alumnos tienen capacidad, pero ¿cómo motivarlos?, ¿cómo hacer qué sientan interés por algo que no saben para qué sirve? ¿cómo llamar su atención desde una pizarra? Es complicado, y me atrevería a decir imposible.

Cómo entender a los adolescentes. Inteligencia emocional

Daniel Golemann en su libro sobre Inteligencia Emocional muestra un estudio sobre estudiantes que habían obtenido malos resultados durante su época escolar, frente a otros que habían sido muy buenos estudiantes. Se realizó un seguimiento después de décadas comprobando sorprendentemente que los resultados académicos no eran en absoluto predictores del éxito laboral y personal. Alumnos que habían sido tachados como malos estudiantes habían conseguido objetivos laborales con mayor facilidad y más éxito que los más estudiosos. Los datos apuntan a sus habilidades emocionales, más que los resultados académicos.

¿Por qué les hacemos pensar que si sacan malas notas son fracasados?,

No es real, sacar malas notas tiene muchas lecturas: falta de estudio, falta de motivación, depresión, falta de atención, la persona que imparte la asignatura no transmite, o simplemente tiran la toalla cuando el «fracaso» es repetitivo. Pero ¿sacar malas notas es igual a fracaso? NO. Fracaso en todo caso, es abandonar por sentirse incapaz. ¿Cuántas personas conoces que hayan sido pésimos estudiantes y en la madurez sean adultos de éxito?

Es aquí dónde tenemos que poner atención en nuestra influencia como padres y como maestros.

En 1968, basándose en el efecto Pigmalión, (*)Rosenthal y Jacobson,  dos investigadores realizaron un experimento muy revelador que llamaron «Pigmalion en el aula», en el que informaron a los profesores sobre un grupo de alumnos con una capacidad intelectual muy superior a otro de los grupos.  Pero esa información sobre la superioridad intelectual era falsa. Todos los alumnos tenían aproximadamente las mismas puntuaciones.  ¿Qué ocurrió? que al cabo de 8 meses de clase, los chicos que habían sido etiquetados con alta capacidad intelectual habían obtenido mejores resultados que los que pertenecían al grupo de los mediocres. Las expectativas para cada grupo eran distintas y por tanto los dos autores descubrieron que el grupo de los asignados como más inteligentes habían sido más estimulados hacia los buenos resultados. Inconscientemente la retroalimentación de elogio y de ánimo, la sonrisa, el clima cálido y las palabras amables eran mucho mayor en este grupo por parte de los profesores. También estudiaron que este efecto es bidireccional, es decir, también funcionaba haciendo el efecto contrario en el grupo de alumnos falsamente etiquetados como menos inteligentes. Los profesores tendían a responder peor ante los buenos resultados de los menos inteligentes (falsamente etiquetados).

Del mismo modo, los padres inconscientemente podemos caer en el error sin darnos cuenta. Pero tenemos que ver a nuestros adolescentes con la mirada limpia de prejuicios y confiando en su criterio, sin dejar de marcar los límites que son imprescindibles en este crítico periodo evolutivo. Sin dejar de poner normas y manteniendo los límites a raya.

¿Qué ocurre cuando el alumno se ve abrumado por el fracaso?

Cómo entender a los adolescentes es importante ya que su actitud se inclina hacia la derrota, hasta conseguir generar una indefensión aprendida. Echa un vistazo a este video que hemos incluido, explica de forma práctica en que consiste y cómo llegamos a la indefensión aprendida.

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(*) Rosenthal R, Jacobson L. Pygmalion in the classroom. New York: Holt, Rinehart & Winston; 1968.